Irse cuando toca

Rara vez nos encontramos con muestras de generosidad tan grandes como las del actual Papa Benedicto XVI. No es habitual, sobre todo en España, que las personas sepan dejar a tiempo sus responsabilidades. Bien por no querer dejar el poder, o bien, por miedo a quedarse sin relevancia mediática, la renuncia o dimisión brilla por su ausencia.

Más allá de la confesión de cada cual, no podemos obviar que ser el máximo responsable de la Iglesia es el puesto de mayor responsabilidad en el mundo. No existe gobernante, ni artista de rock, ni personalidad del mundo de la cultura que tenga tanto impacto como el Papa.

Además de sus responsabilidades eclesiásticas, el Vaticano es un centro de poder mundial en el que diariamente desfilan personalidades de todo el mundo y en el que, con más frecuencia de la que se cree, se delibera  y se influye en todos los temas de la actualidad mundial.

Es por tanto, un ejemplo mundial saber apartarse a un lado y dejar que venga un sustituto con nuevas maneras de hacer, diferentes puntos de vista y más fuerza.

En mi opinión, Benedicto XVI ha sido un Papa de transición ejemplar que por un lado ha incidido en los valores cristianos y en el cumplimiento de los mismos y por otro lado ha modernizado la Iglesia a pasos agigantados.

En sus 7 años de pontificado también ha tenido tiempo de limpiar numerosos temas espinosos que el carisma de Juan Pablo II había ocultado. Ha sido un Papa, revolucionario en muchos temas pero guiado por los mandamientos cristianos.

Se marcha Benedicto XVI, se marcha un líder silencioso. Desde DSC, esperamos que el ejemplo cunda y todos aquellos salpicados por temas de corrupción o todos aquellos que no se sientan capaces de realizar su tarea se aparten a un lado.